PROBLEMA DE IDENTIDAD
Si le preguntara en estos momentos
¿quién es usted en el Señor? Y ¿en que lo convierte? ¿Que respuesta me daría?
Algunos se enfocarían en decir que son
siervos de Dios, incluso así nos llamamos entre nosotros, y a pesar de no ser
esta la respuesta equivocada, pienso fervientemente que no es la correcta; debido
a que limitamos nuestra identidad a las funciones que tenemos o Nuestros Dones
Espirituales, lo cual es incorrecto.
Esto ocurre constantemente cuando nos
identificamos: “soy un Evangelista”, “soy un Maestro”, “soy un Ministro”. El
ser humano posee una profunda necesidad de ascender posiciones, tal cual lo
hacemos en nuestro trabajo secular. Si nos convertimos en nuestras funciones,
nuestros ministerios se transforman en nuestro trabajo, cambiando nuestra
motivación original de servir a Dios por metas terrenales impuestas por el
hombre con la finalidad de obtener estrellatos y reconocimiento pasajeros.
No me gustaría que pensara que esto es
una critica a todos los cristianos, sino un recordatorio de nuestra verdadera
identidad. La palabra del Señor dice:
“Más
a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad
de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados
de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.” Juan 1:12y13
En
la antigüedad antes de existir los apellidos se reconocía a las personas por
sus padres o quienes habían sido sus antecesores. David hijo de Isaí, Jesús
hijo de José o en el caso del pueblo de Israel para identificarse como el
pueblo de Dios se referían a sí mismos como hijos de Abraham, Isaac y Jacob. Igualmente,
este es nuestro apellido en el cielo: hijos de Dios, antes de ser sus siervos
somos sus hijos y estamos en el libro de la vida no por nuestras funciones, ni
por lo que hemos hecho sino por ser sus hijos.
“En
esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él
nos amó a nosotros, y envió a su hijo en propiciación por nuestros
pecados…Nadie ha visto jamás a Dios. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece
en nosotros, y su amor se ha perfeccionado en nosotros. En esto conocemos que
permanecemos en él, y él en nosotros, en esto que nos ha dado su Espíritu. Y
nosotros hemos visto y testificamos que el Padre ha enviado al Hijo, El
Salvador del mundo” 1Juan 4:10 y 12-14
En esto se comprime nuestra misión en
el Reino de los Cielos: amarnos unos a otros y testificar del Hijo con
mayúscula, Jesucristo. Esta es nuestra verdadera función, desarrollar cada uno
de nuestros ministerios sobre esta base y visión de mostrar amor a nuestro prójimo.
Desarrollar nuestros dones Espirituales con la motivación correcta transforma
nuestras obras en una ofrenda de olor fragante a Dios-
Esta es nuestra verdadera Identidad,
somos hijos de Dios. Buscaremos adorar y honrar a nuestro eterno Padre
Celestial.
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